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TRASTORNO HIPOCONDRIACO

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Gracias a las nuevas tecnologías tenemos acceso a gran cantidad de información en cualquier momento del día. Esto nos permite estar constantemente informados y a resolver con rapidez cualquier cuestión.

 

No obstante, entre otros temas, casi a diario se habla de cantidad de enfermedades que en algunas ocasiones nos atemorizan demasiado.

 

Muchas personas ante cualquier síntoma acuden a realizar búsquedas en internet para comprobar si los síntomas pueden corresponder a una grave enfermedad. Si estamos en constante preocupación por sufrir enfermedades hablamos de hipocondría.

En ocasiones se experimentan síntomas que corresponden a enfermedades banales o a algo pasajero, pero no justifican preocupaciones tan desmedidas por padecer una enfermedad grave.

 

Aunque el trastorno hipocondriaco es conocido y utilizado muchas veces en confianza con gran ligereza, en realidad genera mucha angustia y miedo que impiden realizar las actividades cotidianas con normalidad.

 

La persona hipocondriaca mantiene una preocupación permanente por la autoobservación de su cuerpo y por la aparición de alguna enfermedad. Al sentir determinadas sensaciones internas (cambios fisiológicos normales), la persona se obsesiona a analizar dicha sensación y a buscar información sobre enfermedades lo cual lleva a una interpretación amenazante y provoca un miedo irracional a estar sufriendo algo grave. Al imaginar síntomas y analizarlas continuamente se genera tal estado de ansiedad y cambio en el estado de ánimo que la persona no distingue entre sensaciones y temores reales e imaginarios.

 

Se trata de un círculo vicioso que mantiene a una persona en alerta por las sensaciones corporales constantemente y en niveles elevados de ansiedad.

 

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Este miedo irracional hace que la persona hipocondriaca busque continuamente indicios de lo que teme, de una enfermedad terrible. Por ello, si aparece la más mínima señal que para otra persona hubiera pasado inadvertida, se disparan las alarmas y aparece la angustia y ansiedad que causan mayor malestar. Otra persona percibe que todas las quejas de dolor son exageradas, sin embargo, con el aumento de la ansiedad cualquier síntoma empeora.

El hipocondriaco se siente incomprendido ya que nadie es capaz de tomar en serio su posible “enfermedad”. Mientras él cree que está enfermo y que sus síntomas así lo indican, lo que escucha del resto de las personas es que todo es psicológico. Cuando se dice que todo es psicológico en realidad se le está diciendo que todo es cuento; aunque desde luego lo que siente es totalmente real, todo menos cuento. Los procesos psicológicos tienen una realidad total en el cuerpo y el dolor, la angustia y las enfermedades psicosomáticas son completamente reales, aunque los procesos que las desencadenan sean psicológicos y no correspondan a una enfermedad física.

 

Algunos hipocondriacos acuden reiteradamente al médico a consultar sus síntomas para diagnosticar su enfermedad y cuando el médico descarta se quedan relativamente tranquilos pero durante poco tiempo, pronto vuelve la preocupación por los mismos u otros síntomas.

No obstante, hay otros que prefieren quedarse con la duda y no acudir al especialista porque les genera mucha angustia el momento que esperan enfrentar ante la posibilidad de que el médico les diga que padecen una enfermedad realmente grave.

Todos alguna vez podemos sentir algo parecido de lo que contamos sobre la hipocondría, pero cuando se trata de un trastorno hipocondriaco el sufrimiento es muy grande y la vida se hace complicada. Es importante recibir ayuda psicológica.

Los síntomas más frecuentes en personas con trastorno hipocondriaco son los siguientes:

 

Los investigadores Mathews y co. proponen el siguiente ideario para afrontaruna crisis de pánico en el trastorno hipocondriaco:

  1. Las sensaciones no son más que una exageración de las reacciones corporales normales al estrés.
  2. No son, en absoluto, perjudiciales ni peligrosas; solamente desagradables. No sucederá nada peor.
  3. Deje de aumentar el pánico con pensamientos atemorizantes.
  4. Observe lo que está sucediendo realmente en su cuerpo, no lo que tema que pudiera pasar.
  5. Espere y deje tiempo al miedo para que se pase. No luche en contra ni huya de él. Simplemente acéptelo.
  6. Cuando deja de aumentarlo, el miedo comienza a desaparecer.
  7. El objetivo es aprender a afrontar el miedo sin evitarlo. Una oportunidad de progresar.
  8. Piense en el avance que ha conseguido y lo satisfecho que estará cuando lo consiga.
  9. Cuando se sienta mejor, mire a su alrededor y planee qué va a hacer a continuación.
  10. Comience de forma tranquila, relajada. No hay necesidad de esfuerzo ni prisas.

 

 

Si te identificas en algún punto con este trastorno aunque no lo padezcas y crees que en ocasiones eres aprensivo o buscas síntomas en Internet, es importante controlar esas conductas. Las siguientes pautas te pueden ayudar:

 

“A cada día le bastan sus temores, y no hay por qué anticipar los de mañana”

(Charles Pèguy)

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