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Practicar deporte es bueno para la salud. Pero, si uno hace ejercicio sin saber cuál es su estado actual fisiológico, ni conoce cuál es el tipo de actividad que más se adecúa a sus características personales, puede ser peligroso.
Calzarse las zapatillas para correr es una actividad saludable siempre que se preste atención a la biomecánica, el entrenamiento y la nutrición. Cada vez es más común practicar ejercicio físico en forma de carrera o conocer a alguien que se entrena para un maratón y, en casos extremos, para un triatlón o un ultra trail de montaña. Sin embargo, no todo es ponerse unas zapatillas y echar a correr; hay que tener en cuenta muchos factores que suelen pasarse por alto.
Cerca del 75% de aquéllos que comienzan a correr lo hacen sin seguir ningún consejo profesional. No se trata sólo de calentar y estirar adecuadamente, sino que existe un entrenamiento silencioso que incluye un calzado adecuado, una técnica de carrera correcta, un descanso apropiado y una alimentación equilibrada.
En este tema, se nos presenta la cuestión de si tendrían que ser los chequeos médico-deportivos obligatorios antes de las competencias populares.
En muchas pruebas deportivas se realiza un cuestionario previo para conocer los antecedentes del participante, pero, si solo hacemos eso, se nos van a escapar muchos casos, ya que los que –lamentablemente- han fallecido en algún evento popular, jamás han tenido síntomas previos y un simple cuestionario no detectó nada.
Además de ser obligatorios, estos reconocimientos deberían ser periódicos siendo la frecuencia a criterio médico, teniendo en cuenta los antecedentes y características de cada deportista. Si incluimos un electrocardiograma durante una prueba de esfuerzo sería lo ideal, ya que brinda más datos al médico del deporte para asegurarse una práctica sin riesgos.
Los contundentes resultados de un estudio, realizado entre los años 1979 y 2003, mostró la diferencia entre la muerte súbita en la gente sedentaria y en los que practican deporte. Se comprobó que, entre las personas que no hacían grandes esfuerzos era de 0,9 por cada 100.000 personas por año, en cambio, la incidencia en quienes practicaban deporte resultó de 3,6. Después de esos resultados y de imponer la obligatoriedad de los chequeos médico-deportivos, la incidencia de fallecimiento en deportistas ha bajado al 0,4.
Por lo tanto, un reconocimiento médico-deportivo, un chequeo preventivo, no garantiza que alguien pueda sufrir una muerte súbita, pero las probabilidades bajan tal y como se ha demostrado científicamente.
La muerte súbita de una persona joven y aparentemente sana es un hecho que produce un gran impacto social y familiar, sobre todo si tiene lugar durante la práctica deportiva, pero en general, la incidencia de muerte súbita durante la actividad deportiva es escasa y varía según el país y el deporte practicado (alrededor de 0,26 casos por 100.000 habitantes al año). Al igual que sucede en la población general, su frecuencia varía ampliamente dependiendo de su definición, la edad del deportista, la población estudiada y la pérdida de casos por falta de obligatoriedad de comunicarlos
En conclusión, hacer deporte moderado con un entrenamiento razonable bajo la supervisión de un instructor, así como la realización de un chequeo médico correspondiente, es la mejor manera para protegerse contra la muerte súbita. Como todo en esta vida, ¡siempre con moderación!
Recuerda, más vale prevenir que lamentar…