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Anatomía de la Ansiedad
Con la ayuda del siguiente TEST de evaluación del nivel de ansiedad a través de los síntomas, podrás valorar si padeces o no de ansiedad según la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés. Cada síntoma debe puntuarse por la frecuencia con que se tiene:
0: Casi nunca.
1: Pocas veces.
2: Unas veces, sí; otras, no.
3: Muchas veces.
4: Casi siempre.
SÍNTOMAS FRECUENCIA
La puntuación máxima es 48. Sin embargo, en la práctica tras evaluar a muchas personas, casi nadie alcanza puntuaciones extremas. Así, por ejemplo, los varones obtienen la puntuación mínima de 4 puntos y máxima de 32; mientras que las mujeres estarían entre 5 y 35.
Convendría preocuparnos de nuestro nivel de ansiedad cuando tengamos más ansiedad que el 75% de la población.
Hombres: el límite de ansiedad se supera cuando las puntuaciones sobre estos doce síntomas suman más de 16.
Mujeres: el límite de ansiedad se supera cuando las puntuaciones sobre estos doce síntomas suman más de 19.
¿Por qué se desata la ansiedad?
Cuando tus sentidos acusan una amenaza, esa información recorre nuestro cerebro por dos vías:
1. El cerebro inmediatamente traslada un mensaje de emergencia a su núcleo encargado del miedo, la amígdala. Ésta a su vez emite una “comunicación de urgencia” que sume en situación de alerta a todas las estructuras cerebrales. La consecuencia es la clásica respuesta de miedo: taquicardia, sudoración en las maños, incremento de la presión sanguínea y brusca secreción de adrenalina. Todo ello ocurre antes de que la mente sea realmente consciente. Uno tiene miedo antes de entender por qué.
2. Sólo tras de la activación de la respuesta al miedo, la mente consciente se pone en marcha. En lugar de trasladarse derechamente a la amígdala, cierta información sensorial sigue un camino más complejo, deteniéndose primero en el tálamo (el núcleo de proceso de datos sensoriales) y posteriormente en el cortex, que analiza los datos recogidos por los sentidos y concluye si es necesario activar una respuesta de miedo. Si es así, el cortex manda una señal a la amígdala y el cuerpo sigue en estado de alerta.
¿Cómo responde el cuerpo ante la ansiedad?
Al poner al cerebro en alerta, la amígdala emite una serie de elementos químicos y hormonales de la mente que acarrean al organismo a situarse en modo de ansiedad.
1. Secreción de la hormona del estrés. En respuesta a las señales del hipotálamo y la glándula pituitaria, las glándulas suprarrenales emiten elevadas secreciones de cortisol, la hormona del estrés. Un exceso de cortisol incita un cortocircuito en las células del hipocampo que entorpece la organización del recuerdo de un trauma. Los recuerdos pierden su contexto y se tornan fragmentarios.
2. Taquicardia. El sistema nervioso simpático del organismo, encargado de la respiración y de las pulsaciones cardíacas, se rebela. El corazón late más rápido, se acrecienta la presión sanguínea y los pulmones hiperventilan. La sudoración aumenta y las terminaciones nerviosas de la piel entran en acción al modo “piel de gallina”.
3.Miedo, Lucha o Huída. Los sentidos se vuelven hiper alertas y registran hasta los menores detalles del entorno en busca de nuevas amenazas. Los músculos recogen descargas de adrenalina, en preparación para que el cuerpo se suma en ataque o se dé a la hauída.
4.Colapso de la digestión. El cerebro deja de pensar en las actividades agradables. Para asegurarse de que no se derrochan energías en la digestión, el cuerpo a veces responde descargando el conducto digestivo por medio de los orines, vómitos y la defecación involuntarios.
El 15% de la población, según la SEAS son susceptibles de padecer a lo largo de su vida un trastorno de ansiedad.
Según la Organización Mundial de la Salud se ha catalogado al estrés y a la ansiedad como uno de los mayores riesgos para la salud del siglo XXI.
Si tras responder a las preguntas has comprobado superaras los límites de ansiedad o si en los últimos meses vienes notando una sintomatología como la anterior sería conveniente que acudieras a un Profesional Especializado ya que se corre el riesgo de que los períodos de tranquilidad se vuelven cada vez más infrecuentes, el cuerpo ya no recupere sus valores normales y pueda acabar enfermando.