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Ahora que llega el otoño, es un momento bueno para tener en cuenta los cambios que se producen en las personas a consecuencia del cambio de estación. Estos cambios de ánimo son habituales y normales, pero en personas que estén pasando por un momento algo más complicado o que no lo vigilen correctamente, en ocasiones puede derivar directamente en una depresión de mayor seriedad.
Por eso es importante tener en cuenta los factores que pueden hacer bajar nuestro estado de ánimo para ponerle remedio antes de que éste empeore y nos lleve a pasar un mal invierno. Estos factores que influyen son:
La reducción de las horas de luz.
La vestimenta otoñal que suele ser más austera y con colores más apagados.
La bajada de las temperaturas que nos lleva a salir menos de casa y aislarnos un poco más socialmente, en algunos casos desembocando en sensaciones fuertes de soledad, sean estas reales o irreales.
El final de las vacaciones de verano, quienes las hayan podrido disfrutar.
La vuelta al trabajo o las actividades cotidianas que llenan el día de monotonía y en algunos casos puede llevar a cierta apatía.
Pequeños resfriados o enfermedades puntuales debidos al cambio de temperatura y la bajada de las defensas que nos hace sentirnos más débiles y vulnerables.
Es importante tener en cuenta estos factores para poder ponerles remedio de forma temprana y mantener la ilusión y especialmente una estabilidad emocional durante todo el año, sin que el clima lo condicione tanto.
Ahora bien, sabiendo esto, cómo tomar medidas o qué podemos hacer para que no nos influye todo esto:
Ya que las horas de luz son las que son y no se pueden cambiar, lo que sí podemos hacer es intentar aprovecharlas al máximo, es decir, intentar hacer vida fundamentalmente en las horas solares. Pero cuando se cambia la hora y las seis de la tarde ya es de noche, es importante: tener una buena iluminación en casa que de la sensación de que todavía se pueden hacer muchas cosas durante el día, hacer planes con antelación que nos obliguen a salir de casa aunque sea en horas que no hay sol, para poder tener la sensación de que el día todavía se prolonga, aprovechar los días en los que brilla el sol para disfrutarlos fuera de casa, aunque haga frío en lugar de verlo a través de las cortinas, intentar alejar el interior de las casas con plantas, colores vivos, vistiendo nosotros mismos de forma alegre que nos llene de esperanza.
El frío en efecto lleva a cierta pereza por salir, pero no por ello debemos dejar de socializarnos, si no queremos. Podemos buscar nuevas formas y sin la necesidad de salir y consumir por consumir. Se puede invitar a amistades a la casa, cenar, charlas, contar anécdotas del verano, salir bien abrigados al monte, a conocer pueblos cercanos, etc.
Puede ser positivo en los casos en que pueda hacerse, reservar unos días de vacaciones quien los tenga y siempre que sea posible, para poder cogerlos durante el otoño o el invierno. La sensación de descanso que producen suele ser inmejorable ya no sólo por poder desconectar unos días.
La sensación de monotonía es necesario observarla y replantearla, incluso antes de que se pueda crear. Puede ser saludable tener algunas rutinas, pero el otoño puede ser un buen momento para replantear algunas de ellas, valorar qué queremos, con quién, etc. Y a ser posible, con una buena dosis de ternura y paciencia para con nosotros.
Y obviamente para el tema de la salud, intentar tomar vitamina C, cuidar de nosotros mismos, comer lo mejor que podamos, hacer ejercicio y abrigarnos bien cuando salgamos (cuidar riñones, zona abdominal y cuello). Y si por algún casual enfermamos y nos toca quedarnos en cama, aprovechar esta oportunidad para descansar (puede que en el verano no lo hayamos hecho), reposar y dejar que nos cuiden.
Intentar rodearnos de personas que nos hagan sentir bien y vitales, personas positivas y realistas, personas que no nos arrastren con sus quejas y su pesimismo.
¡Feliz otoño!